LA TRÁGICA HISTORIA DEL “SALVADOR DE LAS MADRES”, EL DR. SEMMELWEIS

 

 

 

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Ignaz Philipp Semmelweis fue un médico húngaro que, después de completar sus estudios universitarios como obstetra, consiguió el trabajo como profesor asistente (es decir, médico residente) en la clínica obstétrica del Hospital de Viena. Eso ocurrió en 1846, cuando toda Europa padecía la llamada fiebre puerperal. La enfermedad hizo estragos precisamente en las clínicas obstétricas, por lo que las mujeres asustadas preferían dar a luz en sus casas, o incluso en la calle, pero no en un hospital.

 

Según Semmelweis, los propios médicos propagaban la infección. El hecho es que en aquellos años, un médico podía primero practicar autopsia en la sala de disección y luego ayudar en el parto. Por lo tanto, a menudo salía del departamento de anatomía patológica del hospital, donde examinaba el cadáver, se limpiaba las manos apresuradamente con un pañuelo en el camino y corría a recibir el parto. De ahí surgía la sepsis en las mujeres.

 

 

Semmelweis propuso que los médicos antes de hacer contacto con la mujer embarazada, obligatoriamente sumergieran las manos en una solución de clorhidrato de cal. Cuando el personal de la clínica comenzó a seguir sus órdenes, la mortalidad de las mujeres y sus recién nacidos se redujo en más de siete veces. A pesar del impresionante resultado, la hipótesis del Dr. Semmelweis fue ridiculizada y rechazada por la comunidad médica. También fueron ridiculizados sus intentos de promover la esterilización de manos. Así el Dr. Semmelweis no logró absolutamente nada a pesar de la evidencia práctica y sólo fue despedido de su trabajo.

 

El método propuesto realmente funcionó, y la tasa de mortalidad disminuyó. Sin embargo, los médicos se negaron rotundamente a seguir la nueva técnica. Un destacado médico obstetra alemán, Gustav Adolf Michaelis, aunque al principio junto con todos ridiculizó a Semmelweis, luego debido a su honestidad profesional decidió probar la teoría del Dr.  Semmelweis en su propia práctica. Y cuando la mortalidad entre sus pacientes realmente se redujo drásticamente, el médico se deprimió mucho al darse cuenta de cuántas mujeres (incluida su amada sobrina) morían de fiebre posparto debido a prácticas obstétricas antihigiénicas. El 8 de agosto de 1848, Gustav Adolf Michaelis se suicidó. Sin embargo, este caso también fue ignorado.

 

Semmelweis, perseguido y acosado por las burlas de los colegas, murió en una clínica psiquiátrica muchos años después, víctima de la misma sepsis que las mujeres en el parto.

 

Durante su vida, Semmelweis nunca logró lograr el reconocimiento de la eficacia de su método, pero dieciocho años después, el médico inglés Lister, aunque también sufrió de acosos, burlas y ridiculizaciones, logró completar su trabajo. Es así como la antisepsia finalmente entró firmemente para arraigarse en la práctica médica.

 

El Dr. Semmelweis ganó reconocimiento solo después de su muerte. En Budapest, se le erigió un monumento, cuya inscripción dice: El Salvador de las madres.

 

 

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© Nikolai Barkov, 2023