LOS TRES CEREBROS DE MCLEAN
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INDICIOS DE QUE UD. ESTÁ DESPERDICIANDO SU VIDA
¿Por qué las
señales no verbales son consideradas más fiables que las palabras? ¿Por qué a
menudo nos entusiasmamos con alguna idea, pero nos desvanecemos cuando se trata
de implementarla? ¿Por qué nos juntamos en las redes sociales en lugar de
limpiar el apartamento? La teoría nos ayudará a responder estas y otras
preguntas prácticas. Y para ser más precisos, la teoría de Paul D. MacLean,
según la cual una persona puede tener no uno, sino tres cerebros.
En el artículo,
todos los temas se consideran desde el punto de vista de la psicología
práctica. La estructura del cerebro desde el punto de vista de la neurobiología
queda fuera del alcance del material.
Los tres cerebros de McLean: reptiliano, límbico y
neocórtex
Según la teoría de McLean, nuestro cerebro
se puede dividir en tres componentes, o tres capas, cuyo surgimiento está
asociado con el proceso evolutivo del ser humano.
❶
➙ El primer cerebro es reticular, también conocido como reptil. Es el más antiguo de todos los
cerebros y ya estaba en los antiguos reptiles, de ahí su nombre. Es responsable
de las funciones básicas necesarias para la supervivencia, como los reflejos
condicionados e incondicionados, el deseo de satisfacer las necesidades básicas
(alimentación, reproducción, autoconservación y protección, etc.). El cerebro
reptiliano está en guardia y nos protege cuando necesitamos nuestros reflejos
incluso al nivel de toco caliente –
retiro la mano. Prácticamente no tenemos ningún control conciente sobre él.
❷
➙ El segundo cerebro es límbico o emocional, también se llama a veces el cerebro de los mamíferos.
Recibió el último nombre por lo que lo tienen los representantes de esta clase
del reino animal. Es el responsable de las emociones, de relaciones sociales,
etc. Tampoco podemos controlarlo, mientras que él nos puede controlar mucho. El
cerebro límbico ve su tarea como protegernos del peligro y satisfacer los
requisitos básicos, sólo que no a nivel físico, sino a nivel emocional. Busca el placer inmediato y no le gusta que nos esforcemos a menos que esto nos
amenace.
❸
➙ El tercer cerebro es la neocorteza o neocortex. También se le llama el cerebro visual. En algunos animales como por ejemplo, los delfines,
también está presente, pero en menor medida. En humanos la neocorteza
constituye una proporción impresionante de la corteza cerebral. La nueva
corteza es responsable del pensamiento, del habla, de la percepción sensorial, del
desarrollo intelectual, de la autoconciencia y de la inteligencia. Este cerebro
no sólo piensa en el momento actual, sino también a futuro. Gracias a él hacemos planes, soñamos, etc. Podemos
controlar la neocorteza, pero esto no siempre nos ayuda.
Tres Sistemas Cerebrales o Comunicación Verbal vs No Verbal
Volviendo otra vez a la pregunta del
inicio. Por ejemplo, ¿por qué se dice que las señales no verbales son más
confiables que las palabras? Porque el cerebro límbico es el responsable de las
señales no verbales y el neocórtex es responsable de las palabras. Como dijimos
anteriormente, el neocórtex está bajo nuestro control voluntario, mientras que
el cerebro límbico prácticamente no lo está. Por lo tanto, si una persona
responde positivamente con palabras mientras que sus gestos dan una respuesta
negativa, esta es una buena razón para dudar de la veracidad del discurso.
La capacidad de leer los gestos de otras
personas es sin duda una habilidad útil que nos puede proporcionar mucha
información útil. Sin embargo, en cualquier buena publicación dedicada a este
tema, definitivamente resaltarán que no se debe poner etiquetas a una persona
antes de conocer todas las circunstancias. Por ejemplo, se cree que si la
persona se toca la nariz, está mintiendo. En algunos casos esto es cierto, no
obstante son posibles otras opciones. Digamos que hace 5 minutos esta persona
de repente comenzó a sangrar por la nariz, y ahora instintivamente verifica si
todo está en orden.
Cerebro límbico versus neocórtex
En cuanto a la procrastinación, el miedo a
lo nuevo, así como al entusiasmo en la teoría y el no hacer nada en la
práctica, todas éstas al igual que otras situaciones similares están unidas por
la franca pugna entre el neocórtex y el cerebro límbico. Recordemos que a este
último no le gustan los cambios, por ende, él busca protegernos de traumas
emocionales y prefiere los placeres momentáneos. Por lo tanto, a menudo
posponemos las tareas que ya nos han llevado al fracaso en el pasado y esto es
el mecanismo de cómo el cerebro límbico nos protege de las emociones
desagradables. Por eso, a veces nos cuesta tanto salir de la zona de confort. Nadie
sabe lo que puede esperarse allí afuera, y el cerebro límbico nos indispone de
antemano contra ese paso y contra los cambios incluso los positivos.
A la confrontación límbica versus neocórtex
está vinculado el hecho de que a menudo nos hacemos promesas a nosotros mismos
y luego no las cumplimos. La realidad es que las promesas, metas y planes son
prerrogativa de la neocorteza. Pero todo esto conduce a cambios y/o retrasos
momentáneos del placer, lo que provoca una protesta del sistema límbico del
cerebro. ¿Qué quieres más ahora mismo: ver una serie de televisión o arreglar
la habitación? ¿Comer comida sana y aburrida o darte un festín con pizza y
pastel de chocolate? El cerebro límbico entra en huelga y la mayoría de
nosotros sucumbimos a sus provocaciones de una forma u otra. Es por eso que
navegamos por la red con los chips en la mano en lugar de limpiar y hacer
dieta.
Por otro lado, el neocórtex es capaz de
inspirarnos, contagiarnos de entusiasmo para que empecemos a hacer algo, y este
sentimiento se extiende al cerebro emocional. Pero cuando el entusiasmo e
inspiración se desvanecen, el sistema límbico recuerda que ya es la hora de
relajarse y nos sentimos nuevamente atraídos por los placeres momentáneos. Es
por eso que el inicio alegre vuelve una vez más a la misma procrastinación y a no
hacer nada.
Teniendo en cuenta que el cerebro límbico
es responsable de las emociones y la nueva corteza es responsable de la lógica,
la confrontación entre estos dos sistemas también se puede rastrear en
situaciones en las que la persona con la
mente entiende qué es lo que pasa, pero con el corazón lo siente de manera
diferente. Sólo en este contexto la frase debería sonar: Lo que yo entiendo yo lo entiendo con el
neocórtex, pero el sistema límbico me hace pensar diferente.
¿Qué conclusión se puede sacar?
Todo lo descrito anteriormente no significa
que lo único que nos quede es dejarse llevar por la rienda del cerebro límbico.
Es sólo que para lograr más éxito en
menos tiempo, vale la pena considerar esta contradicción. Una de las
recomendaciones más comunes es calmar el
cerebro límbico si es posible, no llevarlo al pánico. Por ejemplo, es
precisamente debido a sus señales negativas es que muchos de nosotros no
podemos empezar una nueva vida desde el lunes o desde el 1 de enero. Los
cambios repentinos y el miedo al fracaso no le agradan en absoluto al cerebro
límbico. Y no todo el mundo tiene la fuerza de voluntad para resistir sus dictamines.
Por lo tanto, a menudo es mucho más efectivo
salir de la zona de confort gradualmente
y también lidiar gradualmente con la procrastinación. Si, por supuesto, tiene usted
las oportunidades adecuadas para esto. Los pequeños pasos no provocarán una
protesta tan emocionalmente vívida del sistema límbico. Además, los cambios
menores suelen implicar el establecimiento de objetivos que se pueden lograr a
corto plazo. Por ejemplo, aprender 10
palabras extranjeras nuevas todos los días. Si lo logra, será una excelente
motivación para seguir avanzando en la dirección elegida. Mientras que los
objetivos a largo plazo como aprender un
idioma extranjero no darán resultados rápidos, lo que significa que no se
convertirán en un ejemplo motivador para el cerebro límbico, porque él lo quiere
son las emociones positivas aquí y ahora, y no en el futuro.
El cerebro reptiliano, adormecido pero no olvidado
Volvamos al cerebro reptiliano. En el mundo
moderno, éste nos protege, pero está lejos de estar completamente activo. Su
mayor actividad era necesaria cuando una persona sobrevivía en la naturaleza severa
en condiciones adversas. Ahora ciertamente lo necesitamos también, pero no le
corresponde la misma cantidad de trabajo como antes. Mientras tanto, a veces su
funcionamiento demasiado activo puede conducir a problemas psicológicos. Por
ejemplo, a veces es a él a quien le debemos fuertes miedos, sensación de la ira
que todo lo consume y otros sentimientos extremadamente impresionantes, pero no
siempre productivos.
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© Nikolai Barkov, 2023
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