LÍMITES SANOS: CONSTRUYENDO PUENTES, NO MUROS

Frecuentemente utilizamos el término "límites personales". Hablemos sobre esto. Primero que nada, es un término abstracto, y hasta yo afirmaría efímero.

Los llamados límites son la defensa del derecho a la individualidad. Justamente, esto es lo que más a menudo se ve presionado y violentado desde la infancia. Se fuerza la alimentación, por ejemplo, se imponen nociones parentales de normas y reglas, se desvaloriza la elección personal del bebe, del gusto, del interés, hay crítica y humillación hacia el derecho a elegir, y así sucesivamente.

El ser humano busca vivir en sociedad, pero al mismo tiempo quiere expresar sus gustos, opiniones y aspiraciones. Las personas, a su vez, tratan de imponer sus reglas, juicios y formas de entender el mundo. Constantemente les parece que lo que ellos piensan es la verdad absoluta del mundo.

La violación de los límites es introducir lo propio en el mundo ajeno. Si una persona tiene atrofiado la habilidad de defender sus intereses, por ejemplo, mediante un mecanismo aprendido como la culpa, permitirá que se le impongan cosas ajenas. La culpa es un sentimiento aprendido, cuando asumes la responsabilidad por los sentimientos de los demás. Por ejemplo, dijiste "no" o "esto no me sirve", "no estoy de acuerdo", y alguien se ofendió, pensando que eso está mal o que él no habría actuado así, o que deberías haber accedido. Ves sus sentimientos al respecto y piensas que tú creaste esos sentimientos. ¡Ahí tienes la culpa! Consideras los sentimientos de los otros como tu creación, pero no es así.

Las personas crean sus propios sentimientos con su actitud, y no lo haces tú con tus acciones. El primer paso hacia el desarrollo de la habilidad de defender tus límites es aceptar que no eres responsable de los sentimientos de los demás. Lo importante es qué pesa más para ti: el juicio de la persona que cree que deberías haber actuado de otra manera o tu derecho a ser tú mismo.

¿Qué pasará si constantemente actúas como los demás consideran correcto? ¡Correcto! Te disolverás. Pero, ¿qué está en juego? ¿Tu derecho a ser una individualidad o la satisfacción de los sentimientos de los demás?

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