La caída de Babylon Health: Una lección sobre los riesgos de especular con la salud digital
En el apasionante mundo de la salud
digital, pocas historias han generado tanto entusiasmo como decepción como la
de Babylon Health, una de las compañías más conocidas por promover la
telemedicina basada en inteligencia artificial. Fundada en 2013 por el médico y
empresario Ali Parsa, Babylon se convirtió en un referente global en el uso de
la tecnología para acercar la atención médica a millones de personas. Sin
embargo, su historia terminó en un escenario cercano a la bancarrota, con la
venta de sus activos en el Reino Unido y el cierre de sus operaciones en
Estados Unidos y Ruanda.
Un comienzo prometedor
Babylon nació con una visión ambiciosa:
reemplazar la consulta médica tradicional por una experiencia digital impulsada
por inteligencia artificial. Su plataforma permitía a los pacientes describir
sus síntomas a través de una aplicación móvil o sitio Web, recibir un
diagnóstico preliminar mediante algoritmos de IA, y acceder a consultas
virtuales con médicos en tiempo real. El modelo de negocio se sustentaba en
suscripciones pagadas por los usuarios, por compañías aseguradoras o incluso
por sistemas de salud públicos, como el Servicio Nacional de Salud (NHS) del
Reino Unido.
En su apogeo, Babylon operaba en 17
países, incluyendo Estados Unidos, India, Ruanda, Singapur y varios países del
sudeste asiático. Su base de usuarios superaba los 20 millones de pacientes, y
ofrecía más de 5.000 consultas virtuales diarias. En 2019, su valoración
alcanzó los 2.000 millones de dólares, respaldada por inversiones millonarias
de fondos como Kinnevik, Google DeepMind y el Fondo de Inversión Pública de
Arabia Saudita.
El auge durante la pandemia
Durante la pandemia de COVID-19, Babylon
experimentó un crecimiento exponencial. La demanda por servicios de
telemedicina aumentó drásticamente, y la empresa aprovechó para promocionar su
plataforma como una solución accesible y eficiente frente a la saturación de
los sistemas sanitarios. Su popularidad creció, y se proyectaba que en 2023
alcanzaría una facturación de mil millones de dólares.
Sin embargo, detrás del crecimiento se
escondían problemas estructurales. El modelo financiero no era sostenible.
Aunque se esperaba que cada paciente usara la plataforma Sólo unas pocas veces
al año, en la práctica muchos usuarios la utilizaban entre seis y siete veces,
generando pérdidas por usuario. Además, la infraestructura tecnológica no
estaba preparada para soportar la demanda, lo que llevó a errores, fallas de
seguridad y una experiencia de usuario irregular.
Críticas y controversias
La compañía no tardó en atraer la
atención negativa de reguladores, expertos y medios de comunicación. Uno de los
mayores escándalos fue la publicación en The
Lancet de un estudio independiente que cuestionaba la precisión del sistema
de diagnóstico de Babylon. El informe concluía que no había evidencia sólida de
que su IA fuera tan efectiva como un médico humano, e incluso advertía que
podría ser significativamente peor en ciertos casos.
Además, surgieron denuncias por:
▶
Promesas
engañosas sobre la capacidad de su IA.
▶
Violaciones
de privacidad en el manejo de datos médicos.
▶
Venta
de tests de anticuerpos no aprobados durante la pandemia.
▶
Fallas
de seguridad que permitieron a pacientes acceder a grabaciones de otras
consultas.
▶
También
se cuestionó la forma en que Babylon se registraba como un dispositivo médico
de clase 1 (el nivel más bajo de riesgo), lo que significaba que no requería
aprobación regulatoria rigurosa, a pesar de que sus errores podrían poner en
peligro la salud de los pacientes.
El apoyo político y su caída en desgracia
Durante un tiempo, Babylon fue promovida
por figuras políticas como Matt Hancock, ex ministro de Salud del Reino Unido,
como el futuro de la atención médica en el país. Sin embargo, este respaldo se
volvió controversial, especialmente cuando se descubrió que la empresa
seleccionaba pacientes más jóvenes y sanos, dejando a otros sistemas de salud
con cargas más complejas y menos rentables.
En 2022, Babylon comenzó a tomar
decisiones drásticas. Despidió a casi la mitad de su plantilla, cerró
operaciones en ciudades como Birmingham y terminó una asociación de diez años
con el NHS por falta de rentabilidad. En agosto de 2023, la empresa se declaró
en bancarrota en Estados Unidos y fue puesta en liquidación en el Reino Unido.
Sus activos fueron adquiridos por eMed Healthcare UK, una empresa
estadounidense, por Sólo 500.000 libras.
Lecciones aprendidas
La historia de Babylon Health es una
advertencia clara de los peligros de especular con la salud. No basta con tener
una buena idea o tecnología avanzada; la salud no perdona errores ni admite
improvisaciones. Babylon se obsesionó con el crecimiento rápido, la publicidad
y la captación de inversores, pero descuidó aspectos fundamentales como la
seguridad, la calidad y la regulación.
Para tener éxito en el sector de la
salud digital, se requiere:
▶
Validación
clínica rigurosa de las tecnologías.
▶
Transparencia
en la forma en que se manejan los datos.
▶
Colaboración
con el sistema sanitario y las autoridades reguladoras.
▶
Modelos
de negocio sostenibles que no dependan de subsidios o promesas infundadas.
Conclusión
Babylon Health fue un experimento
ambicioso que, a pesar de su potencial, terminó en fracaso por priorizar el
crecimiento por encima de la responsabilidad. Su caída recuerda una vieja frase
popular: “Cuanto más alto subes, más fuerte caes”. En el campo de la salud,
donde la vida está en juego, esa caída puede tener consecuencias mucho más
graves.
La historia de Babylon no es Sólo una
lección para los emprendedores de salud digital, sino también para los
reguladores, inversores y pacientes: la innovación debe ir siempre de la mano
de la ética, la seguridad y el respeto por la vida humana. Sólo así podremos
construir un futuro digital en salud que realmente sirva para mejorar la vida
de todos.
Babylon Health (https://en.wikipedia.org/wiki/Babylon_Health)
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