Placebo
Definición de placebo según distintas
fuentes
La palabra "placebo" proviene
del latín y significa "agradaré".
En el ámbito médico, un placebo se define como una sustancia o tratamiento sin
propiedades terapéuticas activas, pero que puede generar un efecto positivo en
un paciente debido a sus expectativas de mejora.
Según
la Organización Mundial
de la Salud (OMS), el placebo es una sustancia o procedimiento que no tiene
efectos específicos para la condición tratada pero que puede influir en los
síntomas debido a factores psicológicos o contextuales. La Enciclopedia Británica lo describe como un tratamiento simulado que
provoca un beneficio en el paciente únicamente por la creencia de que está
recibiendo una terapia eficaz. Por su parte, la Asociación Americana de Psicología (APA) define el efecto placebo
como un cambio en la condición del paciente que resulta de la percepción de
recibir una intervención, más allá de cualquier ingrediente activo del
tratamiento. Todas estas definiciones
coinciden en que el placebo no tiene una acción farmacológica directa, pero
puede desencadenar efectos psicológicos y
fisiológicos reales.
Origen
y acuñación del término placebo
El término "placebo" fue utilizado por primera vez en el ámbito médico en el
siglo XVIII. La primera referencia registrada aparece en 1785 en el "Nuevo
Diccionario Médico" de la época, donde se describía como un medicamento
dado más para complacer al paciente que para curarlo.
Su raíz etimológica proviene del Salmo
116:9 de la Vulgata latina, donde se
menciona: "Placebo Domino in regione
vivorum", que significa "Agradaré
al Señor en la tierra de los vivos" (Placebo domino in regione
vivorum). En ese contexto, el término era utilizado en ceremonias
religiosas para referirse a aquellos que buscaban agradar. Con el tiempo, esta idea de agradar fue trasladada al
contexto médico, especialmente por médicos que recetaban sustancias inertes
para satisfacer la demanda de tratamientos, aunque carecieran de evidencia de
efectividad.
T.C. Graves fue el primero en definir el
"efecto placebo" en 1920,
describiéndolo como los efectos
psicoterapéuticos que se observan en algunos pacientes. A lo largo del
siglo XX, se llevaron a cabo numerosos estudios que exploraron la eficacia de
los placebos en comparación con tratamientos activos. Estos estudios han sido
cruciales para comprender cómo la mente puede influir en la salud física y cómo
las expectativas de los pacientes pueden afectar los resultados de los
tratamientos.
En 1933, William Evans y Clifford Hoyle
realizaron experimentos que mostraron que no
había diferencias significativas entre los tratamientos activos y los
placebos en un grupo de 90 sujetos. Este hallazgo fue respaldado por un estudio
de 1937 que involucró a 700 sujetos, lo que llevó a los investigadores a
concluir que los medicamentos no tenían efectos específicos en las condiciones
tratadas. Estos estudios fueron pioneros en establecer la necesidad de ensayos
controlados con placebo en la investigación médica moderna.
El término "efecto placebo"
(del latín placebo - me pongo mejor) fue acuñado por primera vez por el médico
estadounidense Henry Beecher en 1955, aunque este efecto ya se advertía en el
siglo XVIII, las características fisiológicas reales no se estudiaron hasta los
años 70.
Así, según una investigación realizada
en los años 70 por un grupo de científicos dirigido por Stanley Milgram
(profesor de la Universidad de Stanford):
"para
los pacientes con trastornos de ansiedad, las píldoras de color verde eran las
más eficaces, menos las de color rojo y aún menos las de color amarillo. En
cambio, para la depresión, los comprimidos de color amarillo fueron más
eficaces, los de color verde menos eficaces y los de color rojo resultaron
ineficaces".
Aun así, los investigadores no pudieron
extraer ninguna conclusión inequívoca de los resultados de su trabajo. Se
pueden aprender muchas cosas interesantes sobre el "placebo" en el
libro "Placebo: The Belief Effect”,
(2003) de Dylan Ivans, un ex investigador de la Universidad de Bath (Reino
Unido). Como ya se habrá dado cuenta, el efecto placebo es un fenómeno muy
misterioso del campo de la psicología y la fisiología, pero hoy en día es
bastante conocido en la sociedad, aunque todavía se entiende poco.
Como podemos ver, el uso de placebos ha
sido un tema controvertido en la ética
médica. Ya en 1903, Richard Cabot argumentó que el uso de placebos debería
evitarse debido a su naturaleza engañosa. Sin embargo, algunos médicos sugieren
que el uso del efecto placebo puede ser beneficioso si se hace de manera
honesta y abierta. Este dilema ético plantea preguntas sobre la transparencia
en la práctica médica y el equilibrio entre el bienestar del paciente y la
verdad médica.
Casos increíbles de curación por placebo
Caso 1. El poder de los
radios metálicos
En 1801, el médico británico John
Heygarth dudaba de la eficacia de las extremadamente populares en aquel
entonces radios de metal que
supuestamente estaban hechos de una aleación especial, y por lo tanto dotadas
de un poder mágico especial, capaz de curar todo el cuerpo. Entonces John
Heygart decide llevar a cabo "su
sesión" de recuperación usando los palos de madera ordinarios, presentándolos
como los metálicos milagrosos. Lo más interesante en todo ese caso es que cuatro
de cada cinco de sus pacientes mejoraron significativamente su salud.
Caso 2. Cirugía cerebral
En una de las clínicas médicas fue
organizada una prueba de este tipo: el primer grupo de personas con enfermedad
de Parkinson se sometió a una operación de trasplante de células nerviosas
especiales en el cerebro, y a los otros participantes del experimento
simplemente se les informó de que también tenían una operación similar, aunque
no se llevó a cabo ninguna intervención quirúrgica con representantes del
segundo grupo. Al mismo tiempo hubo un doble control "ciego", es
decir, ni los propios pacientes, ni el personal médico no sabía que en realidad
se implantaron nuevas células. Al cabo de un año, los pacientes de ambos grupos
empezaron a mostrar tendencias hacia la recuperación.
Caso 3. Anestesia
En 1944 durante las batallas por el sur
de Italia, un médico militar americano se quedó sin analgésicos, y para calmar
de alguna manera la dolorida herida de un soldado, le dio agua corriente,
haciéndola pasar por la medicina necesaria, y lo que es sorprendente que el
dolor del herido remitió.
Caso 4. Cura de cáncer
El último ejemplo es sorprendente por su
fuerza de fe. A un hombre de 61 años le diagnosticaron cáncer de garganta. Tras
conocer su enfermedad, perdió 44 kg en poco tiempo y cada día le resultaba más
difícil respirar y tragar. Las posibilidades de salvarle la vida se estimaban
en tan sólo del 5%. Después de muchas deliberaciones, los médicos decidieron
realizar un tratamiento de radioterapia bajo la dirección del Dr. Carl
Simonton, quien enseñó al paciente la técnica de la autohipnosis, iniciándolo en un camino hacia la recuperación. Su
tarea consistía en afirmarse diariamente que las células cancerosas estaban
siendo eliminadas de su cuerpo a través del hígado y los riñones. El resultado
fue asombroso: en sólo dos meses, el hombre recuperó su peso y su fuerza, y lo
más importante, desaparecieron los signos del cáncer.
Ejemplos de placebo en los siglos XVIII, XIX y
XX
En el siglo XVIII, los placebos eran
comúnmente prescriptos en forma de preparaciones inertes como agua azucarada o
pastillas sin ingredientes activos. Los médicos las utilizaban como una forma
de calmar a los pacientes, particularmente cuando no existía un tratamiento
efectivo para sus dolencias.
Durante el siglo XIX, surgió la
homeopatía, que muchos consideran una forma de placebo. Los tratamientos
homeopáticos contenían dosis extremadamente diluidas de sustancias activas, a
menudo tan diluidas que no quedaba rastro de la sustancia original. Sin
embargo, los pacientes reportaban mejoras, probablemente debido al efecto
placebo y la atención personalizada de los homeópatas.
En el siglo XX, un ejemplo icónico es el
uso de placebos durante la Segunda Guerra Mundial. En situaciones donde los
analgésicos escaseaban, los médicos militares administraban soluciones salinas
a los soldados, asegurándoles que se trataba de morfina. Este acto reducía el
dolor percibido de los heridos, lo que demostraba el poder de la sugestión.
Además, en la década de 1950, se estandarizó el uso de placebos en ensayos
clínicos con la introducción de los estudios doble ciego, considerados el
estándar de oro en investigación médica.
Recientemente, el efecto placebo se ha
generalizado en medicina (sobre todo en psiquiatría), por lo que, a veces, los
médicos recetan placebos a propósito a un determinado círculo de pacientes (por
ejemplo, hipocondríacos, es decir, personas
excesivamente preocupadas por el estado de su salud) o personas excitables, constantemente preocupadas
por algunos detalles menores. Y como consecuencia, sufren de insomnio
frecuente. Y aquí lo más llamativo es que en tales casos es el fármaco "placebo"
como ninguna otra cosa, el mejor efecto sobre la mejora de la condición del
paciente (placebo actúa sobre el cuerpo, incluso si el paciente sabe que es un
placebo), aunque parecería obvio que el efecto positivo de un método de
tratamiento de este tipo debe reducirse. Pero no es así.
Este enigma tiene una respuesta, y es
muy sencilla. Es la autoridad del médico que desempeña aquí un papel importante,
si éste tiene el título de "honorable", si es catedrático, etc., y el
aspecto de la propia píldora (de su color y su forma) también juega un papel
decisivo tal como lo describimos anteriormente. Además de la toma de
medicamentos, también puede tener un efecto positivo la realización de
determinados ejercicios que no tienen un efecto directo y beneficioso.
Nocebo o
la otra cara de la moneda
El placebo tiene un enemigo despiadado que
se llama "nocebo", que sólo
provoca el empeoramiento del estado de salud del paciente. En general, placebo y nocebo son dos caras de la misma moneda, y cuál de ellas aparecerá
en cada caso depende no sólo de las expectativas del paciente, sino también de
la competencia (profesionalidad) del médico que prescribe estos fármacos.
Evolución y Reconocimiento Moderno
Desde la década de 1960, el efecto placebo ha sido ampliamente
reconocido y los ensayos controlados con placebo se han convertido en la norma
para la aprobación de nuevos medicamentos. Se ha encontrado que el efecto
placebo puede ser más eficaz en condiciones subjetivas como el dolor, la ansiedad y la depresión,
aunque no se ha demostrado su efectividad en otros contextos clínicos. La
investigación actual continúa explorando los mecanismos subyacentes del efecto
placebo y cómo puede ser utilizado de manera efectiva en la práctica clínica.
Existe un debate en curso sobre la
distinción entre el efecto placebo, que se refiere a la respuesta grupal, y la
respuesta placebo, que se centra en la experiencia individual del paciente.
Esta diferenciación es crucial para comprender cómo los placebos pueden influir
en el tratamiento y la percepción de la enfermedad. Algunos investigadores
argumentan que la respuesta placebo puede ser más efectiva en ciertos tipos de
pacientes, lo que sugiere que factores como la personalidad, la expectativa y
la relación médico-paciente pueden influir en el resultado.
Sobre este particular hay que considerar
algunos detalles. Por ejemplo, el efecto placebo es mucho más fuerte en los
niños que en los adultos, y en ambos casos puede crear adicción. En segundo
lugar, el efecto placebo es más fuerte cuanto más caro es el medicamento. En
tercer lugar, la fuerza del efecto depende del lugar de residencia (y un
ejemplo llamativo aquí son los habitantes de Estados Unidos más propensos a la hipocondría, razón por la que la
vacunación se publicita tanto en este país). Por cuarto, los placebos tienen
efectos diferentes en las distintas personas, ya que a algunas pueden llegar a
provocarles un ataque de asma y, por el contrario, a otras aliviarles el
sufrimiento.
William Osler, uno de los mejores
médicos del mundo, declaró con seguridad a principios de siglo que el éxito de
un médico en cualquier especialidad depende en gran medida de su carácter y
comportamiento, así como de la propia creencia
del paciente en la eficacia del remedio y en la omnipotencia del médico.
Norman Cousins, en su exitoso libro “Anatomy of an Illness as Perceived by the
Patient: Reflections on Healing and Regeneration”, (1979), (La anatomía de la
enfermedad desde el punto de vista del paciente), describe detalladamente
muchos ejemplos de la eficacia de los placebos. Insiste constantemente en que
la actitud mental del paciente y su actitud ante la enfermedad tienen una
enorme influencia en su evolución.
El
manejo del placebo en la industria farmacéutica moderna
En la actualidad, el placebo es una
herramienta esencial en la investigación y desarrollo de nuevos medicamentos.
Su principal función es servir como control en los ensayos clínicos,
permitiendo determinar si un fármaco tiene un efecto real más allá del efecto
psicológico del tratamiento.
En los ensayos clínicos controlados con
placebo, los participantes son divididos en dos grupos: uno recibe el
medicamento activo y el otro un placebo. Este diseño ayuda a diferenciar los
efectos del fármaco de los resultados derivados de la sugestión o la
expectativa del paciente.
Las agencias reguladoras, como la FDA
(Administración de Alimentos y Medicamentos de EE. UU.) y la EMA (Agencia
Europea de Medicamentos), exigen que los medicamentos sean probados contra
placebos antes de su aprobación, siempre que sea éticamente posible. Sin
embargo, en condiciones graves o mortales, los ensayos con placebo son
reemplazados por comparaciones con tratamientos estándar.
Más allá de los ensayos, se reconoce que
el efecto placebo puede complementar los tratamientos reales, aumentando la
efectividad percibida y, en algunos casos, mejorando la adherencia del
paciente.
El placebo ha recorrido un largo camino
desde sus orígenes como una simple herramienta para "agradar" hasta
convertirse en un componente clave de la ciencia médica moderna. Su estudio y
aplicación no sólo han revolucionado la forma en que evaluamos los
tratamientos, sino que también han demostrado el profundo impacto de la mente
sobre el cuerpo. A medida que avanzamos hacia una medicina más personalizada,
el placebo sigue recordándonos que la percepción y la confianza del paciente
son elementos fundamentales en cualquier proceso de curación.
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