Cambios. ¿Cómo encontrar sentido y posibilidades?
El cambio forma parte de nuestras vidas.
Cambiamos de trabajo, nos mudamos, rompemos con nuestras parejas. Y es nuestra
elección consciente, que sea forzada o no es otra cuestión. A veces perdemos
algo no por voluntad propia, las enfermedades y los cataclismos no se pueden
cancelar.
Las noches en vela, la tristeza, la
búsqueda interminable de una respuesta a la eterna pregunta “¿por qué?” y “¿por qué conmigo?”, es algo que todo el mundo lo ha experimentado. Pero
cuando se sabe cómo afrontarlo, resulta más fácil.
Vamos a intentar comprender el
significado profundo de la despedida. Y no sólo la despedida de nuestros seres
queridos, sino también la despedida de nuestros lugares, espacios y momentos en
la vida. Por ende, es importante comprender de cómo desprenderse de lo viejo,
porque sin ello no podemos ver nuevos horizontes. Sin ello, no sabemos dónde
encontrar la fuerza para ayudarte a ti mismo y a los demás. Y no sabremos cómo
encontrar esperanza y planificar el futuro. Todo el momento sea feliz o no llega
a su fin en algún momento. Lo que importa es lo que empieza después.
Experimentar una pérdida requiere mucho
trabajo emocional. Tal situación incluye lidiar con todo un cúmulo de
problemas, poner en orden pensamientos y sentimientos, remodelar los planes de
vida, fijarse nuevas metas. Dar un paso hacia la revisión del pasado que te
ayudará a aceptar la pérdida y a establecer un nuevo plan de acción.
Cómo aceptar la impermanencia de la vida
La aceptación de la impermanencia de la
vida es un desafío fundamental que todos enfrentamos. Reconocer que nada es permanente, que todo está en
constante flujo y transformación, puede ser una fuente de ansiedad, pero
también de profunda liberación y sabiduría.
Para aceptar la impermanencia, es
crucial comenzar por observar la naturaleza y nuestro entorno. Las estaciones
cambian, las plantas crecen y se marchitan, las ciudades se transforman.
Nuestra propia vida es un testimonio de cambio constante, nuestro cuerpo, pensamientos y emociones están
en continua evolución. Reflexionar sobre estos ciclos naturales nos ayuda a
entender que el cambio no es solo inevitable, sino también esencial para la
vida misma.
Practicar la atención plena o meditación
es una herramienta poderosa para aceptar la impermanencia. Al enfocarnos en el
momento presente, sin juzgar, podemos apreciar la belleza y singularidad de
cada instante. Esta práctica nos enseña a no aferrarnos a las experiencias,
sean placenteras o dolorosas, reconociendo su naturaleza transitoria.
Otra estrategia es cultivar la gratitud
por lo que tenemos ahora. Al apreciar plenamente nuestras relaciones, logros y
experiencias actuales, honramos su valor sin la necesidad de que duren para
siempre. Esta actitud nos permite disfrutar más profundamente de la vida,
sabiendo que cada momento es precioso precisamente porque es efímero.
Reevaluar nuestras expectativas y apegos
es también fundamental. Muchas veces, el sufrimiento surge de desear que las
cosas permanezcan inalterables. Al soltar estas expectativas rígidas, nos
volvemos más flexibles y resilientes frente a los inevitables cambios de la
vida.
La aceptación de la impermanencia no
significa resignación o pasividad. Por el contrario, nos motiva a vivir con
mayor intención y propósito. Al comprender que nuestro tiempo es limitado,
podemos enfocarnos en lo que realmente importa, tomar decisiones más
conscientes y valorar cada oportunidad de crecimiento y conexión.
Finalmente, aceptar la impermanencia
implica hacer las paces con nuestra propia mortalidad. Aunque puede parecer
sombrío, reconocer nuestra finitud puede ser profundamente liberador. Nos
impulsa a vivir de manera más auténtica, a expresar nuestro amor más libremente
y a perseguir nuestros sueños con mayor urgencia.
En esencia, aceptar la impermanencia de
la vida es un proceso continuo de aprendizaje y crecimiento. Nos invita a
abrazar la vida en toda su complejidad, con sus alegrías y tristezas, sus
comienzos y finales. Al hacerlo, podemos encontrar una paz más profunda y una
apreciación más rica de la belleza y el misterio de nuestra existencia.
Cómo afrontar el dolor de la despedida
Afrontar el dolor de la despedida es una
de las experiencias más desafiantes y universales de la vida humana. Ya sea por
la pérdida de un ser querido, el fin de una relación, un cambio de trabajo o de
hogar, las despedidas nos confrontan con emociones intensas y a menudo
abrumadoras.
El primer paso para afrontar este dolor
es reconocerlo y aceptarlo. Es
natural sentir tristeza, angustia, ira o incluso alivio. Permitirnos
experimentar estas emociones sin juzgarlas es fundamental para el proceso de
sanación. Negar o reprimir el dolor solo prolonga el sufrimiento y puede
manifestarse de formas perjudiciales más adelante.
Expresar nuestros sentimientos de manera
saludable es crucial. Esto puede implicar hablar con amigos o familiares de
confianza, escribir en un diario, crear arte o música, o buscar el apoyo de un
terapeuta. Compartir nuestras experiencias no solo alivia la carga emocional,
sino que también nos ayuda a procesar y dar sentido a lo que estamos viviendo.
Practicar el autocuidado es esencial
durante los periodos de dolor. Mantener rutinas saludables de alimentación,
ejercicio y sueño puede parecer difícil, pero es vital para nuestro bienestar
físico y emocional. Además, dedicar tiempo a actividades que nos nutren y
reconfortan puede proporcionar momentos de alivio y restauración.
Es importante recordar que el proceso de
duelo no es lineal. Habrá días buenos y días malos, y esto es completamente
normal. Ser pacientes y compasivos con nosotros mismos, permitiéndonos avanzar
a nuestro propio ritmo, es fundamental para una sanación auténtica.
Encontrar formas de honrar y celebrar lo
que hemos perdido puede ser muy terapéutico. Esto puede incluir crear rituales
de despedida, mantener vivos los recuerdos a través de fotografías o historias,
o encontrar formas de continuar el legado de lo que se ha ido. Estas prácticas
nos ayudan a integrar la pérdida en nuestras vidas de manera significativa.
A medida que avanzamos en el proceso de
duelo, es valioso buscar nuevas formas de crecimiento y conexión. Esto no
significa reemplazar lo que hemos perdido, sino expandir nuestra vida para
incluir nuevas experiencias y relaciones. Participar en grupos de apoyo,
explorar nuevos intereses o dedicar tiempo al voluntariado pueden ser formas
poderosas de encontrar propósito y comunidad.
Finalmente, es importante reconocer que
algunas despedidas dejan una marca permanente en nuestras vidas. El objetivo no
es “superar” completamente la
pérdida, sino aprender a vivir con ella de una manera que honre tanto lo que se ha ido como nuestro camino continuo. Con el
tiempo, muchos descubren que el dolor se transforma permitiéndonos recordar con
amor y gratitud, en lugar de con angustia abrumadora.
Afrontar el dolor de la despedida es un
proceso profundamente personal y a menudo transformador. Nos enseña sobre
nuestra capacidad de amar, nuestra resiliencia y la naturaleza preciosa y
efímera de la vida. Aunque el camino puede ser difícil, también puede
conducirnos a una comprensión más profunda de nosotros mismos y una apreciación
más rica de nuestras conexiones y experiencias.
Cómo olvidar el pasado
Olvidar el pasado por completo no es posible ni deseable, pues nuestras
experiencias pasadas forman parte integral de quienes somos. Sin embargo,
aprender a dejar ir y no quedar atrapados en recuerdos dolorosos o
arrepentimientos es esencial para nuestro bienestar y crecimiento personal. El
objetivo es más bien procesar el pasado de manera saludable y avanzar con las
lecciones aprendidas.
Un primer paso importante es reconocer y aceptar lo que sucedió.
Negar o reprimir eventos pasados solo perpetúa su influencia negativa en
nuestras vidas. Al aceptar los hechos tal como ocurrieron, sin juzgarlos,
podemos comenzar a procesar nuestras emociones asociadas de manera más
efectiva.
Practicar el perdón, tanto hacia los demás como hacia uno mismo, es fundamental.
El perdón no significa excusar comportamientos dañinos, sino liberarnos de la
carga emocional que conlleva el resentimiento. Perdonarnos a nosotros mismos
por errores pasados es igualmente importante y nos permite avanzar con mayor
ligereza.
Reencuadrar nuestras experiencias
pasadas puede ser muy útil. En lugar de verlas como fracasos o tragedias,
podemos intentar identificar las lecciones y el crecimiento que surgieron de
ellas. Esta perspectiva nos ayuda a integrar el pasado de manera constructiva
en nuestra narrativa personal.
Enfocarse en el presente es una práctica
poderosa para dejar ir el pasado. Técnicas de mindfulness y meditación
pueden ayudarnos a anclar nuestra atención en el aquí y ahora, reduciendo la
tendencia a rumiar sobre eventos pasados. Cultivar la gratitud por lo que
tenemos en el presente también nos ayuda a desplazar nuestra atención de manera
positiva.
Establecer nuevas metas y crear planes para el futuro nos proporciona una
dirección y un propósito que nos alejan de la preocupación excesiva por el
pasado. Al tener algo que esperar con ilusión y trabajar hacia ello,
naturalmente comenzamos a invertir menos energía en revivir experiencias
pasadas.
Cuidar nuestra salud física y mental es crucial. El ejercicio regular, una dieta
equilibrada y un sueño adecuado mejoran nuestro estado de ánimo y nuestra
capacidad para manejar el estrés, lo que a su vez nos hace menos propensos a
quedar atrapados en pensamientos negativos sobre el pasado.
Buscar apoyo profesional como terapia o consejería puede ser muy
beneficioso, especialmente si nos encontramos luchando con traumas o patrones
de pensamiento profundamente arraigados. Un profesional puede proporcionar
herramientas y estrategias específicas para procesar experiencias pasadas de
manera saludable.
Crear nuevos recuerdos y experiencias
positivas es una forma activa de desplazar el foco del pasado. Involucrarse en
nuevas actividades, conocer nuevas personas y explorar nuevos lugares nos ayuda
a expandir nuestra perspectiva y enriquecer nuestra vida presente.
Finalmente, es importante ser pacientes y amables con nosotros mismos.
Dejar ir el pasado es un proceso que lleva tiempo y esfuerzo. Habrá días
mejores que otros, y eso está bien. Lo importante es mantener una actitud de
crecimiento y seguir avanzando, por pequeños que sean los pasos.
En resumen, “olvidar” el pasado se trata más bien de aprender a vivir en paz con
nuestras experiencias, integrándolas de manera saludable en quienes somos hoy.
Al hacerlo, nos liberamos para vivir más plenamente en el presente y mirar
hacia el futuro con esperanza y optimismo.
La búsqueda de sentido a través de la
logoterapia
La logoterapia, desarrollada por el
psiquiatra y neurólogo vienés Viktor Frankl, es una forma de psicoterapia que
se centra en la búsqueda de sentido como la motivación primaria del ser humano.
Esta aproximación terapéutica surgió de las experiencias de Frankl como
superviviente de los campos de concentración nazis, donde observó que aquellos
que lograban encontrar un sentido a su sufrimiento tenían mayores
probabilidades de sobrevivir.
El principio fundamental de la
logoterapia es que la vida tiene sentido bajo todas las circunstancias, incluso
en las más miserables. Según Frankl, no es el hombre quien debe preguntar cuál
es el sentido de la vida, sino que es la vida la que le hace esta pregunta, y
el hombre debe responder siendo responsable de su propia existencia.
La logoterapia propone tres vías
principales para descubrir el sentido:
▶
A
través de la creación o el trabajo: Realizar una acción significativa o crear
algo valioso.
▶
A
través de la experiencia o el amor: Experimentar algo o encontrarse con
alguien.
▶
A
través de la actitud que tomamos hacia el sufrimiento inevitable: Transformar
una tragedia personal en un triunfo humano.
Un concepto clave en la logoterapia es
el “vacío existencial”, un estado de
aburrimiento, apatía y vacuidad que Frankl creía que era endémico en la
sociedad moderna. Este vacío surge cuando una persona siente que su vida carece
de sentido o propósito. La logoterapia busca ayudar a las personas a llenar este vacío encontrando un sentido
único y personal en sus vidas.
Otra idea importante es la “voluntad de sentido”, que Frankl
contrastaba con la “voluntad de placer” de Freud y la “voluntad de poder” de
Adler. Según Frankl, la búsqueda de sentido es la fuerza motivadora más
poderosa en los seres humanos.
La logoterapia utiliza varias técnicas
para ayudar a las personas a descubrir el sentido en sus vidas. Una de ellas es
la “intención paradójica”, donde se
anima al paciente a intentar deliberadamente hacer o desear aquello que teme.
Esto ayuda a romper el ciclo de anticipación ansiosa que a menudo perpetúa los
síntomas.
Otra técnica es la “derreflexión”, que implica redirigir la atención de uno mismo hacia
los demás o hacia una causa mayor. Esto puede ayudar a las personas a superar
la preocupación excesiva por sí mismas y sus problemas.
La logoterapia también enfatiza la
importancia de la responsabilidad personal. Frankl creía que cada individuo es
responsable de dar sentido a su vida y de vivir de acuerdo con ese sentido.
Esta responsabilidad no puede delegarse o evitarse.
Un aspecto único de la logoterapia es su
visión optimista del potencial humano. Frankl creía que las personas tienen la
capacidad de trascender sus circunstancias y encontrar sentido incluso en el
sufrimiento más extremo. Esta perspectiva puede ser particularmente poderosa
para aquellos que enfrentan crisis existenciales o traumas significativos.
En la práctica, la logoterapia puede
ayudar a las personas a enfrentar una amplia gama de problemas, desde la
depresión y la ansiedad hasta las adicciones y los trastornos de estrés
postraumático. Al ayudar a las personas a descubrir un sentido y propósito en
sus vidas, la logoterapia puede proporcionar una base sólida para la
recuperación y el crecimiento personal.
En última instancia, la búsqueda de
sentido a través de la logoterapia no es solo un proceso terapéutico, sino una
invitación a vivir una vida más plena y significativa. Nos desafía a mirar más
allá de nuestras circunstancias inmediatas y a encontrar un propósito que
trascienda nuestras limitaciones personales, conectándonos con algo más grande
que nosotros mismos.
Pilares internos para ayudarse a sí mismo y a
los demás
Los pilares internos son fundamentales
para construir una base sólida de bienestar personal y, a su vez, nos capacitan
para ayudar a los demás de manera efectiva. Estos pilares son cualidades y
habilidades que podemos desarrollar y fortalecer con el tiempo,
proporcionándonos estabilidad emocional y resiliencia frente a los desafíos de
la vida.
La autoconciencia es quizás el pilar más
fundamental. Implica un conocimiento profundo de nuestros pensamientos,
emociones, fortalezas y debilidades. Al desarrollar la autoconciencia, podemos
identificar nuestros patrones de comportamiento, reconocer nuestras necesidades
y comprender mejor nuestras reacciones. Esta claridad interna nos permite tomar
decisiones más alineadas con nuestros valores y metas, y nos ayuda a
relacionarnos de manera más auténtica con los demás.
La resiliencia es otro pilar crucial. Es
la capacidad de recuperarnos de las adversidades y adaptarnos a los cambios.
Cultivar la resiliencia implica desarrollar una mentalidad flexible, aprender
de los fracasos y mantener una perspectiva optimista pero realista. Una persona
resiliente no solo puede superar sus propias dificultades, sino que también
puede ser un apoyo sólido para otros en momentos de crisis.
La compasión, tanto hacia uno mismo como
hacia los demás, es un pilar que nutre nuestro bienestar emocional y nuestras
relaciones. La autocompasión nos permite ser amables con nosotros mismos en
momentos de dificultad, reconociendo que el sufrimiento es parte de la
experiencia humana común. Esta actitud compasiva hacia uno mismo se extiende
naturalmente hacia los demás, permitiéndonos ofrecer apoyo y comprensión
genuinos.
La inteligencia emocional es un pilar
que engloba la capacidad de reconocer, entender y manejar nuestras propias
emociones, así como las de los demás. Incluye habilidades como la empatía, la
autorregulación emocional y la comunicación efectiva. Una persona con alta
inteligencia emocional puede navegar mejor las complejidades de las relaciones
interpersonales y ofrecer un apoyo más atinado a quienes lo necesitan.
La mentalidad de crecimiento es un pilar
que nos impulsa a ver los desafíos como oportunidades de aprendizaje y
desarrollo. Esta perspectiva nos motiva a perseverar frente a los obstáculos, a
buscar constantemente el crecimiento personal y a mantener una actitud de
apertura hacia nuevas experiencias y conocimientos. Al adoptar esta mentalidad,
no solo nos beneficiamos personalmente, sino que también inspiramos a otros a
hacer lo mismo.
La gratitud es un pilar que transforma
nuestra perspectiva de la vida. Practicar la gratitud regularmente nos ayuda a
enfocarnos en lo positivo, a apreciar lo que tenemos y a encontrar belleza en
lo cotidiano. Esta actitud de agradecimiento mejora nuestro bienestar emocional
y nos hace más resistentes al estrés y la negatividad. Además, la gratitud
expresada fortalece nuestros vínculos sociales y crea un ambiente más positivo
a nuestro alrededor.
El propósito y los valores claros
constituyen un pilar que da dirección y significado a nuestras vidas. Tener un
sentido de propósito nos proporciona motivación intrínseca y nos ayuda a tomar
decisiones alineadas con lo que realmente importa para nosotros. Cuando
actuamos desde nuestros valores fundamentales, no solo nos sentimos más
satisfechos, sino que también inspiramos a otros a vivir con autenticidad y
propósito.
La autodisciplina es un pilar que nos
permite trabajar consistentemente hacia nuestras metas y mantener hábitos
saludables. Implica la capacidad de postergar la gratificación inmediata en
favor de recompensas a largo plazo. Una persona autodisciplinada no solo logra
sus propios objetivos, sino que también puede ser un modelo de constancia y
determinación para los demás.
Finalmente, la apertura y la curiosidad
forman un pilar que nos mantiene en constante aprendizaje y crecimiento. Estar
abiertos a nuevas ideas, perspectivas y experiencias nos enriquece
personalmente y nos hace más adaptables. Esta actitud de curiosidad nos ayuda a
entender mejor a los demás y a encontrar soluciones creativas a los problemas.
Estos pilares internos no son cualidades
fijas, sino habilidades que podemos cultivar y fortalecer con práctica y
dedicación. Al trabajar en estos aspectos de nosotros mismos, no solo mejoramos
nuestra propia vida, sino que también nos convertimos en un recurso valioso
para los demás. Nos permite ofrecer apoyo desde un lugar de fortaleza interna,
empatía y sabiduría, creando un efecto positivo en cadena en nuestras
relaciones y comunidades.
La búsqueda del sentido y el Libro de los
Cambios
La búsqueda del sentido de la vida y el
Libro de los Cambios, también conocido como Yi jing, convergen en un fascinante
diálogo entre la filosofía occidental y la sabiduría oriental. Ambos conceptos
abordan la naturaleza cambiante de la existencia y la búsqueda humana de
significado en medio de la incertidumbre.
El Yi jing, con una historia que se
remonta a más de 3000 años, es uno de los textos más antiguos de la literatura
china. Más que un simple libro de adivinación, es un compendio de sabiduría que
refleja la filosofía china sobre el cambio y la adaptación. El texto se basa en
la idea de que el universo está en constante flujo, y que comprender estos
patrones de cambio puede ayudarnos a navegar por la vida con mayor armonía y
propósito.
La búsqueda de sentido, por otro lado,
es un concepto que ha sido explorado profundamente en la filosofía occidental,
especialmente en el existencialismo y en la logoterapia de Viktor Frankl. Esta
búsqueda se centra en la idea de que los seres humanos tienen una necesidad
innata de encontrar significado y propósito en sus vidas, incluso (y quizás
especialmente) en momentos de sufrimiento o incertidumbre.
El Yi jing ofrece una perspectiva única
sobre esta búsqueda de sentido. En lugar de ver el cambio como algo que debe
ser temido o resistido, el Libro de los Cambios lo presenta como la naturaleza
misma de la realidad. Sugiere que al aceptar y comprender el cambio, podemos
encontrar nuestro lugar en el flujo constante de la vida.
Uno de los principios fundamentales del Yi
jing es el concepto de Yin y Yang, que son las fuerzas opuestas pero
complementarias y los que están en constante interacción. Esta idea sugiere que
el significado no se encuentra en la permanencia o en la estabilidad absoluta,
sino en el equilibrio dinámico entre fuerzas opuestas. En el contexto de la
búsqueda de sentido, esto podría interpretarse como la necesidad de aceptar
tanto los aspectos positivos como los negativos de la vida, encontrando
significado en la totalidad de la experiencia humana.
El método de consulta del Yi jing, que
implica la formulación de una pregunta y la interpretación de los hexagramas
resultantes, puede verse como una herramienta para la introspección y reflexión
personal. Este proceso invita al consultante a considerar su situación desde
múltiples perspectivas, fomentando una comprensión más profunda de sí mismo y
de su lugar en el mundo. En este sentido, la práctica de consultar el Yi jing
puede ser en sí misma una forma de búsqueda de sentido, un diálogo interno que
nos ayuda a clarificar nuestros valores y propósitos.
La idea de “sincronicidad” de Carl Jung, influenciada por su estudio del Yi
jing, ofrece otra perspectiva sobre cómo este texto antiguo puede relacionarse
con la búsqueda de sentido. Jung propuso que eventos aparentemente no
relacionados podrían estar conectados de manera significativa, no por
causalidad, sino por el significado que tienen para el observador. Esta noción
sugiere que el sentido no es algo que simplemente encontramos, sino algo que
co-creamos a través de nuestra interacción con el mundo que nos rodea.
El Yi jing también enfatiza la
importancia de la acción correcta en el momento adecuado. Esto resuena con la
idea existencialista de que el significado se encuentra no solo en la
contemplación, sino en la acción y la participación activa en la vida. El texto
sugiere que al sintonizarnos con los ritmos del cambio, podemos tomar
decisiones más sabias y vivir de una manera más armoniosa y significativa.
La integración de la sabiduría del Yi
jing en la búsqueda moderna de sentido puede ofrecer una perspectiva valiosa.
Nos invita a ver el cambio no como un obstáculo para el significado, sino como
el contexto mismo en el que el significado se desarrolla. Nos anima a cultivar
la flexibilidad, la adaptabilidad y la aceptación, cualidades que pueden ser
cruciales para mantener un sentido de propósito en un mundo en constante
cambio.
En última instancia, la intersección
entre la búsqueda del sentido y el Libro de los Cambios nos recuerda que el
significado no es algo estático que se encuentra de una vez por todas, sino un
proceso continuo de descubrimiento y creación. Nos invita a abrazar la
naturaleza dinámica de la vida, a permanecer abiertos a nuevas posibilidades y
a encontrar sentido no a pesar del cambio, sino a través de él. En este
enfoque, la incertidumbre se convierte no en una fuente de ansiedad, sino en
una invitación a una participación más profunda y significativa en el tejido
siempre cambiante de la existencia.
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