Milarepa, el yoguín más famoso de Tíbet
En las alturas del Himalaya
En las montañas de Nepal, a una altitud
de cuatro kilómetros, frente a la cadena montañosa de Annapurna, fue el lugar
donde ocurrió el trayecto terrenal de Milarepa (1040-1123), uno de los
personajes más destacados en la historia de Tíbet. Por cierto, Milarepa es un
término compuesto por dos palabras. En tibetano, “Mila” significa “mártir” o “héroe”, refiriéndose a alguien que ha sufrido o ha pasado por
grandes pruebas. Por otro lado, “Repa” se traduce como “el que lleva” o “el que porta”, asociado con alguien que lleva o porta una enseñanza
o una tradición. Por lo tanto, “Milarepa” puede interpretarse como “el que lleva las enseñanzas del mártir”
o “el héroe que porta la sabiduría”.
Milarepa es una figura importante en el budismo tibetano, conocido por su vida
de sufrimiento y transformación espiritual.
Orígenes y tragedia familiar
Milarepa nació en una familia acomodada.
Su padre era un comerciante exitoso, y la infancia de Milarepa transcurrió en
un ambiente de tranquilidad y abundancia. Sin embargo, la muerte de su padre
marcó un giro trágico en su vida. Antes de fallecer, su padre dejó todo su
patrimonio bajo la custodia de unos familiares con la promesa de devolvérselo a
Milarepa cuando alcanzara la mayoría de edad. Pero estos parientes rompieron su
palabra. En lugar de cuidarlos, sometieron a Milarepa, su madre y su hermana a
una vida de humillación y miseria, obligándolos a vivir casi como sirvientes.
La madre de Milarepa, profundamente
afectada por esta situación, instó a su hijo, cuyo nombre de nacimiento era Thopaga
(que significa “buena noticia” en
tibetano), a aprender magia para vengarse de sus opresores. Thopaga accedió y,
tras estudiar las artes mágicas, desató un deslizamiento de tierra que arrasó
el hogar de sus tíos y mató a numerosas personas. Aunque logró su venganza, no
encontró satisfacción, sino una profunda culpa que lo llevó a buscar la
redención espiritual.
El encuentro con Marpa, el traductor
En su búsqueda de redención, Milarepa
abrazó el budismo, que en el siglo XI comenzaba a expandirse en Tíbet. Algunos
lamas le aseguraron que, pese a sus malas acciones, había esperanza si mostraba
un arrepentimiento genuino. Lo dirigieron hacia un maestro llamado Marpa,
conocido como “el traductor”. Marpa
se convirtió en su guía espiritual y lo sometió a duras pruebas para purificar
su karma y eliminar su ego.
Marpa ordenaba a Milarepa construir
casas en distintos estilos y luego le pedía demolerlas. Este proceso se repitió
durante años, llevando a Milarepa al límite de la desesperación. Sin embargo,
estas pruebas fueron fundamentales para liberar a Milarepa de su apego al “Yo” y su orgullo. Finalmente, Marpa
comenzó a enseñarle las prácticas profundas del budismo, incluidas las famosas Seis Yogas de Naropa y la meditación Mahamudra.
Vida de un asceta iluminado
Milarepa pasó años en retiro en cuevas
de las montañas tibetanas, entregado a una vida de extrema austeridad. Para
subsistir, comía lo que encontraba, como ortigas, lo que hizo que su piel
adquiriera un tono verdoso. Su
entrega total a la práctica espiritual le permitió alcanzar la iluminación. A
pesar de no ser un monje en el sentido tradicional, Milarepa se convirtió en el
yogui ermitaño más famoso de Tíbet.
Milarepa es a menudo representado con la
cara verde en el arte tibetano por varias razones simbólicas. La coloración
verde simboliza la compasión y sabiduría, representando la paz y el
deseo de ayudar a todos los seres sintientes. También puede simbolizar su transformación espiritual, ya que a lo
largo de su vida pasó de ser un hombre que cometió errores y causó daño a
convertirse en un gran maestro espiritual. Además, en algunas tradiciones, el
color verde está vinculado a ciertas deidades
y figuras espirituales, lo que refuerza su estatus como un ser iluminado.
Estas representaciones no solo son estéticas, sino que también tienen un
significado profundo en la tradición budista tibetana.
Las canciones de realización
Milarepa es recordado no solo por su vida
de renuncia, sino también por sus “canciones
de realización”, versos espontáneos que transmiten enseñanzas espirituales
profundas. Estas canciones, cerca de cien mil, han sido recopiladas y
traducidas a varios idiomas, inspirando a generaciones de practicantes. Las
canciones de realización de Milarepa, conocidas como doctrinas o canciones de
yogui, son poemas y canciones que expresan su experiencia espiritual y
enseñanzas.
Estas canciones reflejan su viaje hacia
la iluminación y su profunda conexión con la naturaleza y la meditación.
Algunos ejemplos de estas canciones son “La
canción de la liberación”, donde Milarepa habla sobre la importancia de la
práctica espiritual y la liberación del sufrimiento. En “La canción de la montaña”, describe su relación con el entorno
natural y cómo la meditación en la montaña lo llevó a la realización. En “La canción del amor y la compasión”,
enfatiza la importancia de la compasión hacia todos los seres, fundamental para
el camino espiritual.
Ejemplos de textos reales de las
canciones de Milarepa incluyen fragmentos como “El viento sopla y las hojas caen, en la soledad encuentro mi paz” y
“La compasión es la luz que guía mi
camino”. Estos textos provienen de recopilaciones de sus enseñanzas, como “Las
canciones de Milarepa” traducidas por diversas fuentes, incluyendo “The Hundred Thousand Songs of Milarepa”
editado por Gary Snyder y “Milarepa: Lessons from the Life and Songs of
Tibet's Great Yogi” de Khenpo
Tsultrim Gyamtso.
Legado espiritual
Milarepa fue una figura central en la
tradición Karma Kagyu del budismo tibetano. Su discípulo más destacado, Gampopa,
consolidó esta escuela y redactó importantes textos sobre las prácticas
budistas. La vida de Milarepa demuestra que incluso alguien con un pasado
marcado por el sufrimiento y los errores puede alcanzar la iluminación mediante
el esfuerzo y la dedicación.
La escuela Karma Kagyu es conocida por
su énfasis en la meditación y la transmisión directa de enseñanzas. Fue fundada
en el siglo XII por el maestro tibetano Düsum Khyenpa, y se basa en las
enseñanzas de Buda y en las experiencias de yoguis como Milarepa. Milarepa fue
una figura central en la tradición Karma Kagyu del budismo tibetano. Su vida
demuestra que incluso alguien con un pasado marcado por el sufrimiento y los
errores puede alcanzar la iluminación mediante el esfuerzo y la dedicación. Su
enfoque en la meditación, la compasión y la realización personal ha inspirado a
generaciones de practicantes.
Gampopa consolidó la escuela Karma Kagyu.
Conocido por su erudición y su práctica profunda, Gampopa redactó importantes
textos sobre las prácticas budistas, integrando las enseñanzas de Milarepa con
las doctrinas del budismo Mahayana. Su obra más conocida, “La Joya de la Libertad”, es un texto fundamental que aborda la
meditación y el camino hacia la iluminación.
“La Joya de la Libertad” es una de las
obras más importantes de Gampopa. Este texto es esencial para comprender las
prácticas y enseñanzas del budismo tibetano, ya que aborda de manera clara y
accesible los principios de la meditación y el camino hacia la iluminación. Gampopa
enfatiza la importancia de la meditación
como medio para alcanzar la realización espiritual. Describe diversas técnicas
y enfoques para cultivar la atención plena y la concentración. Además, el texto
resalta la necesidad de desarrollar la compasión
hacia todos los seres sintientes, considerándola un pilar fundamental en el
camino espiritual.
Gampopa explora la naturaleza de la mente y cómo entenderla para la práctica budista.
A través de la introspección, se puede descubrir la verdadera esencia de la
mente. También se discute el ideal del bodhisattva, que busca la iluminación no
solo para sí mismo, sino también para ayudar a otros en su camino.
“La Joya de la Libertad” ha sido
fundamental para la formación de los practicantes dentro de la tradición Karma
Kagyu. Su claridad y profundidad han permitido que muchos comprendan y apliquen
las enseñanzas budistas en su vida diaria. Actualmente, la obra sigue siendo
estudiada y venerada por los practicantes del budismo tibetano, sirviendo como
guía en el camino hacia la realización espiritual.
Un ejemplo de práctica intensa o la práctica
hace el maestro
Antes de morir, Milarepa dejó un mensaje
poderoso: la práctica es el camino hacia la realización espiritual. Su legado
sigue vivo como una inspiración para quienes buscan transformar sus vidas y
superar las limitaciones del karma. Su historia nos recuerda que con esfuerzo
sincero es posible alcanzar lo más alto en el sendero espiritual. Después de
haber pasado por un periodo de sufrimiento y arrepentimiento por sus acciones
pasadas, Milarepa se dedicó completamente a la práctica budista bajo la guía de
su maestro Marpa.
Durante este tiempo, Milarepa enfrentó
desafíos extremos. Pasó años en meditación profunda, practicando la
visualización y concentración. A través de esta práctica constante y rigurosa,
Milarepa no solo transformó su mente, sino que también desarrolló habilidades
extraordinarias, como la capacidad de volar y realizar milagros.
Este enfoque en la práctica intensa
ilustra la enseñanza de que “la práctica
hace al maestro”. Milarepa demostró que a través del esfuerzo y dedicación
es posible superar el sufrimiento y alcanzar la iluminación, convirtiéndose en
un modelo a seguir para los practicantes del budismo tibetano. Su vida y su
compromiso con la meditación son un testimonio del poder de la práctica
espiritual.
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© Nikolai Barkov, 2025
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