Cerrar el Gestalt

Creo que pocos se han escapado de escuchar el consejo de algún ser querido o incluso de una persona que pasa por ahí, y que tiene algo que decirnos sobre una situación o un sentimiento que estamos viviendo. Todos parecen saber la receta mágica: “Cierra el gestalt, y todo irá bien”. Pero aún hay algo que no se ha hablado, algo que no se ha dicho, y es que cerrar el gestalt no es tan simple como nos lo presentan.

¿Qué significa “cerrar el gestalt”?

¿Qué significa cerrar un gestalt? ¿Qué es lo que realmente se quiere decir con eso? ¿Es algo que realmente necesitamos hacer? Y si es así, ¿qué tan profundo debe ser el cierre?

No soy una terapeuta gestalt, aunque tengo un gran respeto por esta corriente psicológica, que, ciertamente, ha demostrado ser muy efectiva para las personas que siguen esta metodología. Los psicólogos que practican esta escuela de pensamiento siguen un camino y un enfoque muy específicos. Sin embargo, la palabra “gestalt” ha adquirido en nuestro lenguaje un sentido algo etéreo, casi superficial.

Creo que “gestalt” puede traducirse al lenguaje cotidiano de una manera simple: “cierra la puerta al pasado, deja que el pasado deje de atormentarte, cierra esa historia inconclusa o sin resolver, y serás libre de ella”.

Peso del pasado e importancia de vivir en el presente

Este concepto encierra una gran verdad. A menudo, caminamos por la vida como si lleváramos una bolsa pesada llena de piedras, que arrastramos con nosotros sin poder liberarnos. Este es el sentido de la expresión “cerrar el gestalt”. Pero volvamos a la pregunta fundamental: ¿por qué no debemos cargar con todo ese peso emocional?

El motivo es claro: esas cargas empiezan a gobernar nuestra vida. Nos afectan el presente, nuestro estado de ánimo, nuestras decisiones, y hasta los objetivos que nos planteamos. Los miedos, las emociones no resueltas, las dolorosas experiencias del pasado siguen presentes en nuestra mente como si fueran parte del ahora. Vivimos el pasado como si fuera el presente, y el futuro de la misma forma, perdiéndonos del aquí y el ahora.

¿Cuánto tiempo realmente vivimos en el presente?

Si hacemos un ejercicio de reflexión y analizamos nuestro día, ¿cuánto tiempo estamos atrapados en recuerdos o pensando en planes futuros? ¿Cuántas veces realmente estamos presentes, notando lo que sucede a nuestro alrededor? Si lo hiciéramos de forma consciente, nos sorprendería la poca atención que prestamos a los detalles de nuestra vida diaria.

De hecho, la expresión “aquí y ahora” proviene de la psicología gestalt. Estar presente, sentir la vida en el momento actual, es crucial. Vivimos en contacto con la realidad a través de nuestros sentidos, que son los vehículos de nuestra percepción. Imagina que estás caminando por un hermoso parque, ya sea en otoño o primavera, y en lugar de disfrutar de la belleza del entorno, te dejas arrastrar por pensamientos del pasado o del futuro, perdiéndote de lo que realmente está sucediendo en este preciso instante.

Cierre emocional y necesidad de liberar el pasado

Cerrar un gestalt significa también liberar esas emociones no procesadas. Todos hemos tenido experiencias donde no hemos reaccionado emocionalmente de la manera adecuada. Esas emociones reprimidas no desaparecen; se convierten en un nudo emocional, que lentamente se transforma en un estado de ansiedad o neurosis.

Lo que necesitamos hacer es permitirnos expresar esas emociones. Ya sea llorando, gritando, o, en algunos casos, escribiendo sobre ellas. Hoy en día, incluso tenemos la posibilidad de transferir esas emociones a otros “soportes”, como escribirlas en papel o incluso gritar en medio de la naturaleza. El objetivo es liberar esas emociones atrapadas y, al hacerlo, reducir su poder sobre nosotros.

Transformar dolor en libertad

El proceso de liberar esas emociones implica soltar el peso que hemos estado arrastrando. Las experiencias dolorosas del pasado, esos sentimientos de arrepentimiento, frustración o ira, tienen la capacidad de ser “liberados” cuando las procesamos adecuadamente. Al hacer esto, el peso que hemos llevado se disuelve, y comenzamos a caminar más ligeros.

Por ejemplo, a menudo en la vida, cuando logramos cumplir una de nuestras metas o sueños, como aprender a tocar un instrumento o saltar en paracaídas, creemos que eso es un cierre de gestalt. Pero este tipo de logros no son el verdadero cierre de esas cargas emocionales. El verdadero cierre se da cuando dejamos de revivir antiguos conflictos no resueltos o relaciones pasadas que nos siguen causando dolor.

Proceso de cierre emocional

El “gestalt no cerrado” es aquel que seguimos cargando sin habernos permitido vivirlo completamente. Este tipo de situaciones no resueltas nos impide avanzar. Nos quedamos atascados, atrapados en el ciclo de pensamientos y emociones que nos arrastran hacia atrás.

Cerrar un gestalt es, entonces, soltar esas emociones atrapadas y vivir desde una versión renovada de uno mismo. Esto no implica olvidar, sino transformar el impacto emocional de esos recuerdos, de modo que podamos seguir adelante con nuestra vida de manera más plena y libre de cargas.

Herramientas para liberar el pasado

Si sientes que es hora de liberarte de esos recuerdos y las emociones pesadas que te siguen afectando, hay herramientas que pueden ayudarte. Es cierto que no podemos deshacernos de los recuerdos, pero sí podemos cambiar la forma en que nos afectan. Primero, es recomendable acudir a un especialista que te guíe en este proceso, pero si prefieres hacerlo por tu cuenta, hay métodos que pueden ser efectivos.

Una de esas técnicas es la de escribir en hojas de papel. No se trata de un diario ni de anotar tus pensamientos de manera común. Consiste en tomar tres hojas (aunque cuatro sería ideal, tres es más que suficiente) y escribir todo lo que te viene a la cabeza. Debes permitirte escribir sin restricciones, sin censura, simplemente dejando fluir lo que sientes.

Escribir para sanar

Este ejercicio tiene dos reglas importantes:

▶ primero, no pongas límites a lo que escribes,

▶ y segundo, no termines antes de llenar las tres hojas.

No te detengas a mitad de camino, y asegúrate de escribir hasta el final de la última hoja, siempre en tu letra habitual.

Después, cuando hayas terminado, destruye las hojas de inmediato. Puedes quemarlas o romperlas en pedazos pequeños, pero lo importante es que no las guardes ni las releas.

Este proceso de escritura y destrucción simbólica te permite liberar las emociones de manera segura y privada, sin que nadie más se vea afectado por tus palabras. Al hacerlo, experimentas una liberación emocional que te permite vivir en el presente, sin que el pasado continúe pesando sobre tus hombros.

Este ejercicio es un trabajo profundo y puede llevar tiempo. No se trata de algo que se haga en un día, pero con perseverancia, puedes liberarte de esas emociones atrapadas. Si lo haces regularmente, podrías descubrir que este método se convierte en una herramienta valiosa para manejar los momentos difíciles. Algunas personas incluso lo adoptan como un hábito en sus vidas. Cierra el gestalt, no olvides lo que viviste, pero transforma la manera de sentir aquello que te afecta. ¡Ama la vida, porque realmente lo vale!